viernes, 4 de noviembre de 2011

Los personajes del PANZERS II




Campaña del eje (italo-alemana)



Hans von Gröbel

Nacido el 10 de mayo de 1910 en Bergheim, Alsacia, para convertirse en el futuro Freiherr de Colmar, la vida del joven Hans fue un modelo de confort y tranquilidad, hasta el funesto verano de 1914, cuando la familia decidió abandonar el estado de Alsacia (ganado por Rittmeister Helmut von Gröbel-Königsegg en la guerra franco-prusiana de 1870) a cambio de la relativa seguridad que ofrecía la propia Alemania.
Tras perderlo todo en los primeros compases de la Gran Guerra, los von Gröbel pasaron el resto del conflicto con sus primos de Leipzig sumidos en una relativa pobreza. Criado en un ambiente de permanente meditación sobre el paraíso perdido y la vida que podría haber sido, Hans no veía el momento de escapar y dejar atrás todo aquello. Vivir de los recuerdos no le serviría para ganarse la vida, y tampoco estaba interesado en vendar las heridas de la madre patria.
Todo lo que quedaba de su infancia destrozada eran sueños y una necesidad innata de respeto y seguridad, así que acudió al único lugar que podía proporcionarle ambos. Siguiendo los pasos de su padre y su abuelo, en 1925 se presentó como voluntario para el servicio militar. En un Reichswehr restringido a 100.000 hombres y limitado a métodos alternativos de expansión, Hans se hallaba entre los primeros hombres que iban a recibir instrucción móvil basada en el uso combinado de infantería mecanizada, artillería y aviones. Se trataba de un concepto nuevo que él vería desarrollarse en las tácticas de la "Guerra relámpago" de devastadora eficacia. Destinado oficialmente al servicio del Departamento automovilístico de la Weimar Freikrorps en 1930, sus deberes extraoficiales le condujeron más allá de las fronteras de la Madre Patria. Sus credenciales incluían una visita de cuatro meses a la Unión Soviética (transcurridos en su mayor parte en los campos de entrenamiento de la escuela de tanques de alto secreto Kukutino), y tres veranos consecutivos en España, entre 1935 y 1938.
Ascendido a Teniente tras la capitulación francesa de 1940, ahora Hans está haciendo todo lo posible para ser destinado al Panzergruppe Afrika, y espera luchar junto con su camarada italiano, el valiente aunque algo fanático Dario De Angelis.





Dario de Angelis
Nacido el 7 de enero de 1913, Dario era el hijo menor del Visconte Gaetano de Angelis, un general de infantería que murió combatiendo cuerpo a cuerpo con las tropas austrohúngaras durante la batalla de Caporetto, el 24 de octubre de 1917.
Criado por una madre viuda en las formidables propiedades familiares de la Toscana, la infancia de Dario transcurrió entre el dolor por el padre perdido y las expectativas de alcanzar grandes sueños. Siguiendo los pasos de su padre y su hermano mayor, Sergio, solicitó su ingreso en la elitista Scuola di Applicazione Militare de Turín, pasando a formar parte del Ejército del Reino de Italia en 1930.
A pesar de su complicada personalidad y cuestionable genealogía nobiliaria (su abuelo paterno, un magnate industrial, había adquirido el título nobiliario y la propiedad de la Toscana en los años 1870), su sensual atractivo granjeó a Dario una gran popularidad entre las mujeres, lo que alimentó su inclinación a la conquista, que más adelante perseguiría con aún mayor dedicación. Al igual que millones de italianos marcados por la guerra y la depresión, Dario quedó cautivado por la idea del nuevo "Risorgimento" de Mussolini. Al ver su patria abandonada por sus aliados y privada de los frutos de la victoria, su determinación inicial de restaurar el orgullo italiano se convirtió en auténtica obsesión. Cautivado por el sueño del Duce de un nuevo imperio romano, se embarcó en una cruzada personal en la que se distinguiría por sus méritos y vengaría la muerte de su padre.
Su primera experiencia en combate tuvo lugar durante la guerra civil española. Desplazado al frente de Aragón con la Fuerza Expedicionaria italiana en agosto de 1937, entró en combate destruyendo varias tanquetas republicanas cerca del cruce de Tortosa. Su pericia en combate impresionó al oficial de enlace alemán, Hans von Gröbel, quien a su vez introdujo a Dario en la doctrina del ""blitz" y sus instrumentos, los Panzers de nueva generación. La camaradería entre los dos suboficiales - "polos opuestos que se atraen" - duró más que los primeros diseños de tanques. Los que los conocían coincidían en señalar que, para Dario, Hans era lo más parecido a un amigo que había tenido jamás. Tenía en gran estima a todo aquello que fuera alemán. Para Dario, el Tercer Reich era el Sacro Imperio Romano resurgido de sus cenizas en respuesta a las oraciones italianas que imploraban un aliado fuerte y noble, prueba de que Dios aprobaba a Il Duce y su política exterior.
En agosto de 1940, veintiséis meses después de su adiós a la guerra en España, los sueños del Aspirante Dario De Angelis están a punto de cumplirse. Asignado al 10º Ejército de la Infantería Móvil del Mariscal Graziani, se halla a punto de tomar parte en la invasión del África del norte británica junto con su hermano Sergio. Decidido a probarse al límite, Dario planea ser el primer soldado italiano en entrar en el Cairo, y mantener la tradición familiar convirtiéndose en un héroe por derecho propio.






Sergio de Angelis

Nacido el 22 de abril de 1906, Sergio era el hijo mayor del Visconte Gaetano de Angelis, y hermano mayor de Dario.
Tuvo la suerte de contar con un padre de verdad hasta casi los once años, en lugar de con amargos recuerdos, hasta que el Visconte Gaetano De Angelis perdió la vida en la Batalla de Caporetto. El amor de su padre, junto con sus lecciones, dejaron una huella perdurable en Sergio, un chico brillante y excéntrico, que maduró hasta convertirse en un joven decidido y astuto, con un talento natural para la estrategia y la diplomacia.
A pesar de su excelente expediente académico e incuestionable valor, Sergio no es el perfecto soldado que Dario cree que es. Solitario y superviviente por naturaleza, la excelente educación recibida le impide matar por matar, y carece de la suficiente ambición para convertirse en un oficial del estado mayor. Escéptico respecto del Fascismo en general y del personaje de Mussolini en particular, en la fase inicial de su carrera Sergio hizo todo lo posible para mantenerse alejado de Roma. Su "bautismo de fuego" tuvo lugar en la defensa de una guarnición libia en un lugar apartado, contra atacantes Tubu. Más tarde, destacaría en combate en Abisinia y Eritrea, viajó por todo Oriente Medio y aprendió más de una docena de idiomas – razón por la que el Mariscal Pietro Badoglio, amigo y camarada del fallecido General De Angelis, le reasignó a Inteligencia Militar -. A pesar de la fe incondicional de Dario en el fascismo, Sergio le sigue considerando su familia, y no intenta deslucir sus prístinas ideas sobre el heroísmo y el patriotismo. Revelarle cualquier duda que albergara sobre sí mismo o sobre el futuro de Italia tan sólo impulsaría a Dario a adoptar otro modelo a imitar, presumiblemente el del propio Duce, y a Sergio no le tienta nada la idea de perder a Dario a manos de un personaje sin escrúpulos como Mussolini.
En agosto de 1940, el Primo Capitano, Sergio De Angelis, considera la inminente invasión del Eje del norte de África como la última y mayor esperanza de salvación de su hermano. Si Dario sobrevive el tiempo suficiente para ver cómo sus sueños se contrarrestan con la atroz realidad de la guerra, puede que entonces reconozca el error en el que se halla. Y en ese momento, Sergio estará con él.





Campaña aliada (anglo-americana)

Samuel Wilson, alias "Buck
Nacido el 5 de mayo de 1911 en West Memphis, Tennessee, "Buck" es el cuarto hijo de Emmeline von Zandt y Horace Ezekiel Wilson, antiguo capellán de campaña del 11 Regimiento de Caballería de EEUU, reverendo Moabita y veterano condecorado en la guerra hispano-americana de 1898. Cabe señalar que a la edad de 5 años le cambiaron el segundo nombre - Solomon - por el de Samuel. Por extraño que hoy parezca, aquello era algo absolutamente lógico para millones de americanos en 1916: tras el tumulto popular que siguió al hundimiento del SS Lusitania, se trataba de una forma legítima y muy utilizada de mostrar el compromiso de uno para con el tío Sam, y la intención de participar en la guerra contra Alemania.
En la Tennessee rural la vida no era solo diversión y juegos; allí Jeff aprendió el significado de trabajo duro, espíritu de equipo y responsabilidad. Básicamente, hizo un curso acelerado de liderazgo militar incluso antes de contar con la edad suficiente para tener su propio fusil.
Cuando aprendía algo, no cejaba en su empeño hasta llegar a ser realmente bueno en ello. Su madre, una antigua profesora de la Escuela para Nativos de la comunidad bóer, se esforzó en sentar las bases de la sólida y perspicaz personalidad de su hijo, confiando en que su inclinación y preferencias naturales harían el resto. Entre las muchas personas que influyeron en el carácter de Jeff se hallaba su abuelo paterno Shelton, un auténtico ejemplo de aventurero americano, que sabedor de que ningún hombre puede vivir únicamente del folclore confederado, hizo todo lo posible por concienciar a su nieto de sus orígenes mestizos y del lugar que él ocupaba en el conjunto. Él fue quien definió a Jeff como patriota de Tennessee y ciudadano de los Estados Unidos; quien le mostró las diferencias existentes entre los hombres-bestias y los caballeros de Tennessee, dirigiendo la educación de su nieto para que se convirtiera en uno de estos últimos. Sus discursos sobre política mundial resultaban especialmente divertidos debido al uso revolucionario que hacía de las matinés dominicales y las tiras cómicas de Aex Raymond. El abuelo Shelton murió antes de que los nazis llegaran al poder en Alemania, pero sus esfuerzos no cayeron en saco roto. A pesar de la imagen de Hitler que otros propugnaban, Jeff vio enseguida en él al Emperador Ming con un falso bigotito; el tipo de villano que te pone los pelos de punta y te impulsa a coger una pistola... incluso aunque no tengas una.
Dominando su repugnancia, continuó viendo los noticieros, analizó sus obligaciones y dio el primer paso de lo que sería un largo viaje al presentarse como voluntario en la Milicia de Tennessee, la forma más rápida en aquel momento de recibir una formación militar básica. En el verano de 1940, con dos de sus tres hermanos en la Marina, unos cuantos centavos en el bolsillo y uno de los estupendos habanos de su padre en la comisura de los labios, Jeffrey S. Wilson entró en la oficina de reclutamiento del ejército de los EEUU en Nashville, de la que salió como soldado del 752 Batallón de Tanques, una de las muchas unidades motorizadas que participarán en una misión en ultramar aún por definir. Cuando se incorporó oficialmente al 2º Cuerpo de los EEUU, Jeffrey ya había ascendido a Sargento de Artillería.
Examinando a fondo los mapas del norte de África, con la misma mirada inquisitiva de su madre, prolonga el placer de un buen habano al igual que su padre, y encuentra un extraño consuelo en sus sueños de un África que nunca existió fuera de las matinés dominicales - un lugar en el que el Tarzán de Weissmuller emitía sus característicos "hu, hu", en el que Maureen O'Hara mostraba sus largas piernas, y en el que el ingenio del abuelo Shelton nunca le abandona -.





James Barnes, alias "El Gentleman”
Nacido el 8 de enero de 1908 en Guilford, Jim disfrutó al máximo de los privilegios acordados al único hijo de una pareja inglesa acomodada. Para cuando nació su hermana Pollyanna, hacía ya tiempo que se había cansado de todo ello.
La Inglaterra de aquellos años que ellos llamaban hogar era un lugar agradable comparado con el resto del mundo. Gran Bretaña todavía reinaba sobre la mayor parte de los territorios de ultramar, a pesar de que su esplendor real ocultaba un imperio que había perdido mucho más en la Gran Guerra de lo que había obtenido con la victoria. Tras las sonrisas reservadas para los niños como Jims y Pollys, una nación de huérfanos, viudas y lisiados luchaba por sobrevivir. Gran Bretaña nunca dejó de estar de luto... y de forma colectiva se preguntaba si alguna vez dejaría de estarlo.
El fuerte sentimiento antibelicista de la opinión pública obligó al gobierno británico a asumir una posición defensiva en cuestiones internacionales, reduciendo su apoyo a las fuerzas armadas británicas. La profesión de soldado, que antaño fuera carrera muy respetada y deseable, perdió mucho de su atractivo de la Belle Epoque. No era más que otro trabajo que no había más remedio que aceptar.
En una sociedad que intentaba calmar el ansia expansionista de Hitler con apretones de manos, y que perseveraba en darle publicidad incluso mientras se veía obligada a esquivar las patadas que le propinaba en las posaderas, ¡el servicio militar venía a ser algo tan deseable como la perspectiva de domar monos rabiosos en Calcuta! Este sentimiento antimilitar estaba bien siempre y cuando uno contara con mejores opciones. Jim Barnes no contaba con ninguna en ese momento.
Cuando tras el pánico desatado en la Bolsa de Nueva York en el año 29, sus padres perdieron toda su fortuna, la escuela militar de Sandhurst era la única opción viable de asegurar el futuro de la familia. A través de su padre, Jim movió todos los hilos necesarios para ser admitido. Así, pasó muchos de sus años de adolescencia en Sandhurst, lugar que abandonó prematuramente para vivir un breve y apasionado idilio con la hija de un diplomático austriaco. En la época victoriana, esto habría sido suficiente para acabar con su carrera; pero en la década de los 30, recibió una seca carta de expulsión y unas cuantas bromas estúpidas de sus amigos de la academia. Su familia nunca le culpó, y desde luego él tampoco se culpó a sí mismo... hasta septiembre de 1939. Habiendo perdido prácticamente toda opción de poder licenciarse, James Barnes se enroló en el ejército, y se embarcó rumbo al Cairo junto con miles de camaradas voluntarios para defender Egipto de la inminente invasión del Eje.
Sus superiores son conscientes de las dotes de mando de Jim, pero las tradiciones y los prejuicios son difíciles de superar. Mientras tanto, el soldado Barnes cumple con su deber para con el Rey y la Patria allá donde va. Los que le conocen, no necesitan de insignias o galones para seguir su liderazgo.




Campaña partisana (Yugoslavia)
Farvan 'Vuk' Pondurovic, alias "el Lobo"
Fervan nació en febrero de 1915, de la extraña unión de un ‘ashkali’ bosnio (carbonero) y de una mujer forzuda de un circo ambulante serbio. Criado por unos parientes lejanos de su madre en el Montenegro rural, a la edad de 12 años ya era un consumado experto en el manejo de cuchillos, hachas y rifles. Una infancia dedicada a violar los “prohibido el paso” y la caza furtiva le convirtieron en un maestro de la supervivencia en el bosque. En numerosas ocasiones sus ensalzados instintos animales salvaron su vida y la de otros durante sus proezas en tiempos de guerra.
Fervan se unió en 1933 al partido comunista de Yugoslavia, mientras estudiaba en la Universidad de Belgrado. Expulsado y encarcelado en 1935 por una breve temporada debido a actividades políticas ilícitas, pronto pudo saldar cuentas con aquellos que le traicionaron. Su participación en la matanza de cinco delatores de la policía le catapultaron de la noche a la mañana al estrellato de la lista de los más buscados del país, valiéndole el calificativo de "bala perdida" en la resistencia comunista.
Fervan hizo grandes esfuerzos por convencer a sus camaradas de su verdadero valor operativo. Finalmente, fue destinado a la rama de seguridad del Comité Central, y se le animó a ampliar sus horizontes ideológicos y profesionales. Esto último incluía seis meses de operaciones militares y secretas en la Unión Soviética, tras lo cual se graduó como teniente.
El 27 de marzo de 1941, un golpe militar depuró de elementos pronazis el gobierno real de Yugoslavia, y estableció un nuevo gabinete proaliado. Diez días más tarde los alemanes invadieron el país, forzando al exilio al gobierno, junto con la familia real.
En abril de 1941, Farvan fue enviado a Banja Luka para organizar a la resistencia local y dirigir una serie de incursiones contra los depósitos de suministros de los enemigos. Enfurecidos por sus pérdidas, los alemanes lanzaron en la zona una operación antipartisana a gran escala. Un destacamento de la reserva, dirigido sin ningún entusiasmo por Hans von Gröbel del 6º Ejército de Panzer, asestó un golpe sorpresa a los partisanos capturando a su líder. Nunca consiguieron entregárselo a la Gestapo: en su viaje de vuelta a la Belgrado ocupada, la columna alemana sufrió una emboscada a manos de los Chetniks de Drazha Mihailovic. El camión que transportaba a Wolf sufrió múltiples ataques, derrapó en la cuneta y explotó unos segundos antes de que Wolf, haciendo uso de su cuchillo y rasgando la lona del vehículo, saltara para ponerse a salvo.
Desarmado y sin provisiones, atravesó más de cien kilómetros de territorio enemigo y consiguió volver a Crna Gora a finales de aquella semana. Asumió el mando de los grupos locales de partisanos, y desde entonces continuó combatiendo contra los invasores de su patria.




Aleksander Efremovich Vladimirov leksander

Nacido el 28 de diciembre de 1921 en el seno de una numerosa familia de campesinos, cerca de Dmitrovo en Ucrania, Aleksander creció como ejemplo del ciudadano soviético afable y trabajador. De niño soñaba con conducir un tractor en el kolkhoz. En la escuela primaria destacó en matemáticas, tuvo un breve idilio con el ajedrez, y mostró cierto talento jugando al fútbol. A los 17 años pensó seriamente en dejar la escuela secundaria para unirse a los Kiev Dynamos. Pero, tras pensarlo mejor, entró en la Universidad de Moscú.
Estudiante de segundo año de Agrónomos, fue uno de los primeros voluntarios en enrolarse en el Ejército Rojo el 22 de junio de 1941. Lanzado a la sangrienta confusión que supuso la invasión alemana, el futuro ingeniero agrónomo dio muy pronto paso al decidido campesino cuya única ambición era contraatacar y vivir para volver a combatir al día siguiente.sufrimiento. Se convirtió en un verdadero ‘frontovik’: un auténtico líder e inspirador de los hombres que dirige a la batalla. Habiendo vencido a los alemanes en Moscú y Estalingrado, los expulsó de la Madre Patria y siguió persiguiéndolos por los Balcanes con su acostumbrado vigor.Además, Moscú ya ha autorizado el desvío. Con todos esos alemanes alrededor, será utrabajo duro. Sin embargo, Aleksander arde en deseos de entrar en acción. Cuando se traeliminar la peste, el ingeniero agrónomo que hay en él solo se conforma con el éxito total y la erradicación absoluta de la epidemia.